Sobre mi, Diego HIĒM

HIĒM es mi denominativo espiritual, así como la vibración del nombre que represento en estadios de consciencia unificados no fractalizados. Representa mi YO SOY, mi consciencia monádica.

El momento de mi nacimiento marcó un hito importante en mi ruta de experimentación en esta encarnación. Fue una «complicación» en un embarazo previo de mi madre, el de mi hermano mayor, lo que me permitió elegir el vientre de ella para experimentar una de las mayores dualidades de este plano, el miedo a la muerte y el amor incondicional de una madre hacia su hijo.

A su octavo mes de embarazo me fue transferida esta vibración por la noticia de los doctores de una posible complicación tras mi nacimiento. Estas complicaciones guardaban relación con el corazón físico y fueron sanadas por completo en ambos casos. Este acontecimiento fue para mi un impulsor de consciencia a lo largo de la vida.

A mis 2 años recordé mi compromiso evolutivo y la misión de sanar, cuando tuve mi primera experiencia y contacto con seres angélicos y extraterrenos. Eventualmente tenía eventos extracorpóreos, de mediumnidad, se expresaron diferentes claris, y tuve contacto con seres de otros mundos. Todas estas experiencias me llevaron inevitablemente a cuestionarme aún más a cerca de esta realidad. Mi sentir era la soledad, caminando en un mundo distorsionado y caótico, muy diferente a lo que conocía. Me emocionaba en el colegio al estudiar conceptos de astronomía y podía sentir la profundidad de la geometría sagrada expresándose a través de las sinfonías de la música clásica.

Sentía el llamado de conocer más acerca de lo que está fuera del mundo y me cuestionaba el sentido de mi existencia. Así, mi primera ponencia con 12 años en el colegio trató sobre Ovnis, y aunque fue bien, aún era un poco precipitado hablar de todo esto en mi entorno. A esa edad, colaborando en una web con mi mejor amigo del colegio, comencé a compartir más información sobre seres de otros sistemas estelares, en un llamado interno inconsciente hacia recordar mi pasado en Orión.

Para remarcar el propósito por el cual hoy pongo al servicio esta escuela iniciática evolutiva, resumiré en dos de varios de los eventos más relevantes que me han traído aquí:

Conocer mi origen álmico terrestre en la Lemuria original, que me llevó a recordar las posibilidades del espíritu encarnado manifestando nuevas realidades colectivas como un proceso entretenido, divertido y alegre. Tal como la Naturaleza Viva de Gaia se expresa obsequiándonos con su magia cuando recorremos sus caminos de forma consciente, así como será cuando el Humano Luz despierte nuevamente su poder creador.

Y cuando un antiguo hermano, genetista del sistema solar de Rigel, me entregó la sabiduría escrita de la terraformación de mundos nuevos y los procedimientos para la inclusión de ADN de razas externas en ellos. De este conocimiento se toma la base del procedimiento compartido por miembros de la orden Melchizedeck y preservado en el tiempo como tradición oral por diferentes tribus indígenas de la Tierra para acceder al espacio Sagrado del Corazón e iniciar el camino de regreso a casa, hacia la Verdad Trina Unificada.

Hoy continúo escribiendo esta parte de mi historia, poniéndola al servicio para el recuerdo y la sanación del Humano sapiens sapiens. Y en conjunto con la historia de cada alma que regresó a la Tierra para despertar el Corazón en su núcleo atómico y en el de Gaia, y que así, el ser Humano Luz florezca desde dentro.

«Te veo y reconozco como parte de mi, Te AMO porque me AMO, me AMO porque te AMO.» – HIĒM

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